Ilustración: Michael S. Helfenbein / Universidad de Yale

Los científicos llevan tiempo fijándose en las baterías de litio-aire para sustituir a las omnipresentes baterías de iones de litio, pero su falta de eficiencia y su tendencia a acumular peróxido de litio en los electrodos dificultan el salto. La solución podría estar en nuestra propia sangre.