
Sobrevivir en el mundo de los insectos cuando careces de avanzados mecanismos de defensa como camuflaje o un aguijón que expulsa veneno puede depender de tu capacidad de mimetismo: la habilidad de imitar a otros. Por eso mismo, muchos insectos evolucionaron con un brillo dorado.
Investigadores de la Universidad Masaryk de Chequia y la Universidad Macquarie de Australia estudiaron el comportamiento de más de 140 especies de insectos que habían desarrollado un llamativo brillo de color dorado, siempre en contraste con un cuerpo oscuro. Resultó ser uno de los grupos de mimetismo más grandes y complejos descubiertos hasta ahora.
Son fundamentalmente hormigas, aunque también hay avispas, chinches, escarabajos y chicharras que utilizan el color dorado para transmitir a sus depredadores la idea de que saben defenderse o no son comestibles. El dorado no suele asociarse con el peligro, pero los depredadores saben que las avispas, que tienen rayas amarillas y negras, están armadas con un amenazante aguijón, y que otros insectos dorados tienen un sabor muy desagradable. Esa experiencia les lleva a evitarlos a la hora de comer.
Para probar la eficacia del color dorado como mecanismo de defensa, los investigadores analizaron el contenido intestinal de doce especies de depredadores comunes (arañas, lagartos y pájaros) y encontraron que muy pocas comían insectos del grupo de imitadores dorados, independientemente de su sabor. En definitiva, para este gran conjunto de insectos, evolucionar un brillo dorado fue una cuestión de vida o muerte.