Imagen: Alessandra Tarantino / AP

Si algo nos ha enseñado esta década loca en la que Estados Unidos puede espiar los teléfonos de cientos de miles de ciudadanos sin represalias es que no debemos confiar nuestra ciberseguridad a nadie. Ni siquiera a Dios. Bien lo sabe el Papa Francisco, que tapa la cámara de su iPad con una pegatina .