Akaroa, en Nueva Zelanda. Desde luego no le falta encanto como refugio en caso de apocalipsis. Foto: Bernard Spragg. NZ

Que un millonario compre un terreno no es nada nuevo. Que lo haga en otro país sí es un poco menos habitual, pero no mucho. Que decenas de miembros de la élite económica de Silicon Valley o Wall Street compren propiedades en Nueva Zelanda comienza a ser sospechoso.