La crítica de cine ha muerto. Me lo ha enseñado una cabra enorme. La cabra se llama Black Phillip y es la protagonista absoluta de The Witch , una película que me ha convencido para no volver a leer críticas de cine y, probablemente, para no volver a escribirlas como lo hacía hasta ahora.

El caso de The Witch

Pero empecemos por el principio. Hace dos semanas, nuestro compañero Patrick Allan, crítico de cine en iO9, incluyó The Witch en la lista de mejores películas de 2016 . El film tiene también el premio a la mejor dirección en el festival de Sundance de 2015, así que la cosa prometía y nos pusimos a verla.

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Pocas veces he terminado de ver una película tan cabreado.

¿Pero qué coño me has recomendado, Patrick?

The Witch no solo me pareció absurda y sin ningún sentido sino también, lenta, aburrida y pretenciosa de las de dar dos bofetadas al director. Mi esposa, que suele ser mucho más complaciente que yo con las películas que ve, terminó igual de ofendida con la experiencia.

Pocos días después hablaba del tema con un amigo productor de cine que me juraba que The Witch le encantó, pero que entendía mis reparos. “Si no entras en lo que te vende en los primeros 10 minutos, ya no entras, pero para bien o para mal, es una película que te rompe el culo” me decía entre risas. Otras personas de cuyo criterio cinematográfico me fío también oscilan entre el amor declarado a la cinta o el odio más exacerbado. En Rotten Tomatoes tampoco hay críticas tibias. O la aman o la odian.

Cuestión de expectativas

Meditando sobre The Witch , llegué a la conclusión de que si me defraudó fue porque lo que había leído sobre ella me puso las expectativas demasiado altas y en la dirección equivocada. No leí datos sobre la película. Solo opiniones. Nadie me avisó de que es más una cinta costumbrista que de terror, ni de que tienes que hacer unas cuantas concesiones al sentido común para entrar en su opresiva atmósfera. Empecé a verla solo con la frase “Buena película de terror” en la cabeza. Error.

El cine es una cuestión de expectativas, y las críticas de cine, vengan de un profesional o de un amigo, son un auténtico cáncer para el disfrute. Si no te gusta ninguna de las películas que ves, tienes un problema. Si te gustan todas, tienes un problema, pero entre el excesivo entusiasmo y el remilgo absoluto hay un término medio. El camino hacia ese nirvana contemplativo es la falta de expectativas, y para ello hemos apuntado una serie de sanos consejos que son válidos tanto para nosotros, como para los críticos de cine, como para meros espectadores.

¿A qué huele a canela? Pues es veneno.

1. Todos los tráilers lucen bien. Evítalos

Los tráilers son como la foto de perfil en Facebook. Pintan muy bien, pero cuando ves al protagonista en vivo y en directo suelen perder toda la gracia. Por otra parte, los guionistas saben que hay una horda de personas esperando a ver el tráiler fotograma a fotograma para hablar de ello en Internet. Dicho de otra forma, no sacarás nada de un tráiler que los guionistas no quieran que saques. Es puro marketing para subirte al tren del hype.

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Hay un segundo factor a considerar. Los tráilers son la mejor forma de lograr que una película no nos sorprenda en absoluto. Como norma general, y a menos que necesites desesperadamente cada pequeño pedazo de información nueva que sale sobre un film, mi recomendación es ver solo el primer tráiler (o el último). A veces ni eso.

2. No subas al tren del hype

Sí, todos tenemos ganas de ver una determinada película, pero entrar en la espiral del hype es la mejor manera de sabotear tu propia experiencia al verla. Volvemos a la cuestión de las expectativas. Films como Suicide Squad pueden enseñar mucho al respecto.