Minestrone, una sopa italiana. Imagen: Robert Judge / Flickr

Todos tenemos alguna sopa de mamá en nuestras reservas del congelador, pero —como mamá probablemente sabe— no es buena idea congelar la sopa si la pasta es uno de sus ingredientes.

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Algunas de las sopas más internacionales, como el caldo de pollo, la sopa de fideos o la minestrone italiana llevan algo de pasta. Son los ejemplos más conocidos de sopas que no se deben congelar. El problema es precisamente la pasta, que al descongelarse y recalentarse se cuece demasiado y queda excesivamente blanda, arruinando la textura del plato.

Para evitarlo, no nos quedará otra que gastar primero toda la pasta y meter solo el caldo en el congelador. Una vez descongelado el caldo, podremos hervir pasta fresca y añadirla a la sopa para un resultado óptimo.

¿Otro ingrediente de las sopas que no aguanta bien el congelado? La leche o la nata, que tienden a adquirir una textura granulada y separarse cuando se descongelan y recalientan. Así que, la próxima vez que hagas sopa, separa un poco de caldo para congelarlo antes de añadir el lácteo. [ Kitchn ]